miércoles, 28 de octubre de 2009



GUERRA DE CASTAS


Se ha denominado Guerra de Castas al movimiento social que los nativos mayas del sur y oriente de Yucatán iniciaron en el mes de julio de 1847 contra la población de blancos (criollos y mestizos), que se encontraba establecida en la porción occidental de la Península de Yucatán. La guerra, que costó cerca de un cuarto de millón de vidas humanas, terminó oficialmente en 1901 con la ocupación de la capital maya de Chan Santa Cruz por parte de las tropas del ejército federal mexicano.

Hay quienes ponen en tela de juicio el apelativo con que se ha designado este conflicto bélico, acaecido en la península de Yucatán en la segunda mitad del siglo XIX. La palabra casta que deriva del latín y quiere decir puro, se aplicó principalmente por los vencedores circunstanciales de esta guerra y por algunos de los intelectuales que la reseñaron después. Pero la realidad, sostienen quienes critican la denominación, es que en Yucatán no había castas propiamente dichas, y mucho menos la rebelión había sido encauzada por una casta en particular. Se sublevaron y condujeron la cruenta lucha los integrantes de un sector (muy numeroso) de los indígenas mayas, aquellos que no habían sido totalmente mediatizados y subyugados intelectualmente, y que en su gran mayoría vivían en el oriente y el sur de la península. Se rebelaron además, no sólo contra los españoles, y los criollos, sino también contra los mestizos y los mulatos que vivían en territorio enemigo, los occidentales de la península. En todo caso, se afirma, esta lucha fue más propiamente -aunque no del todo- inter-étnica, aunque esto también queda desvirtuado por el hecho histórico de que en varios episodios de la lucha armada, lucharon o se separaron violentamente, indígenas contra indígenas. Unos eran los buenos para los blancos, otros eran los malos.

Antecedentes de la guerra
La inconformidad del pueblo maya era pues patente desde antes de la independencia de México. Las condicones de vasallaje en que se encontraban los indígenas mayas que habían sido conquistados en el siglo XVI y su enorme superioridad numérica en la península de Yucatán mantenían a la región en un estado permanente de tensión social.

Se había manifestado ya, en el siglo XVIII, con la rebelión de Jacinto Canek y su dramático aniquilamiento, en 1761, pero aquel brote no fue sino una manifestación menor en comparación de la amplitud que habría de adquirir el levantamiento poco menos de un siglo después, ya en época del México independiente.

La Guerra de Castas surgió en Yucatán debido a las precarias condiciones de vida de los indígenas mayas en la península. Sólo los criollos y algunos mestizos eran yucatecos con plenos derechos y, en general, ellos solían ocupar la parte superior de la escala social y económica, por lo que los mayas, pertenecientes a la clase depauperada, no se sentían parte de ellos, eran simplemente mayas, foráneos en su propio territorio.

Ante esa situación de pobreza y desigualdad social, los indígenas mayas se sublevaron. En julio de 1847, siendo gobernador de Yucatán Santiago Méndez, su administración se percató de una enorme concentración de indígenas armados y con reservas de alimentos, en la hacienda Culumpich, propiedad de Jacinto Pat, batab (caudillo) maya, a 40 Km. de Valladolid.

Tras ese descubrimiento, con la intención de sofocar cualquier revuelta, Manuel Antonio Ay, líder maya principal en Chichimilá, fue aprehendido bajo el pretexto de habérsele encontrado una carta en la que se planeaba la insurrección, juzgado sumariamente y ahorcado en la plaza de Santa Ana en Valladolid.

Posteriormente, en busca de los otros caudillos, la población de Tepich fue incendiada y sus habitantes duramente reprimidos.

En respuesta a ello, el 30 de julio de 1847, Cecilio Chi atacó Tepich en el oriente, ordenando la muerte de todos los pobladores blancos. Jacinto Pat se incorporó desde el sur con sus huestes. Había estallado la guerra que duró 54 años y no concluyó oficialmente sino hasta 1901, aún cuando los problemas de fondo que la originaron continuarían siendo motivo de inquietud social hasta bien entrado el siglo XX. Un año después, en 1848 la guerra de castas había cundido por toda la península y parecía por momentos que los indígenas lograrían exterminar a la población blanca.

Al ganar fuerza la rebelión y al paso del tiempo los mayas lograron tomar un gran parte de la península. El ya gobernador Miguel Barbachano y Terrazo se vio obligado a solicitar apoyo militar al gobierno de México que a la sazón se encontraba sufriendo las consecuencias de la intervención norteamericana, conflicto en el cual Yucatán había decidido (por un acuerdo entre Santiago Méndez y Miguel Barbachano, líderes políticos que estuvieron pugna la mayor parte del tiempo) permanecer neutral. Debe recordarse que en aquellos años Yucatán se encontraba separado de México, por lo que el gobierno del país condicionó su apoyo a la reincorporación de Yucatán a la nación mexicana.

Inicio de la guerra
Aprovechando la experiencia bélica y las armas que habían acopiado en las contínuas batallas que el estado de Yucatán sostuvo con el ejército del gobierno centralista de México, que Antonio López de Santa Anna había enviado para forzar la reunificación de la península a Mexico, guerra en la que los mayas habían sido pieza fundamental para la defensa de la península de Yucatán, planearon el movimiento rebelde tres líderes indígenas: Manuel Antonio Ay, cacique de Chichimilá; Cecilio Chi cacique de Tepich, y Jacinto Pat hacendado y cacique de Tihosuco.

Primeramente éstos se dedicaron a hacer proselitismo entre los naturales de los demás pueblos y, descubierto en sus maniobras, Manuel Antonio Ay fue aprehendido, procesado, condenado a muerte y ejecutado en la plaza de Santa Ana de la ciudad de Valladolid, el 26 de julio de 1847.

En vista de tales acontecimientos, los otros jefes de la rebelión anticiparon su estallido. Cecilio Chi tomó Tepich, donde dio muerte a todos los vecinos de raza blanca, salvándose solamente uno, que fue a Tihosuco a dar cuenta del hecho. La guerra había comenzado.

Final de la guerra
La ciudad de Bacalar permaneció en poder de los mayas hasta el 22 de enero de 1901, en que fue recuperada por tropas del gobierno federal al mando del vicealmirante Ángel Ortiz Monasterio, mientras el General Ignacio A. Bravo ocupaba a su vez Chan Santa Cruz, actualmente Felipe Carrillo Puerto. En ambos casos los soldados no dispararon un solo tiro, porque los indígenas huyeron para internarse en las selvas, donde formaron nuevas aldeas, a menudo cambiadas de lugar, siguiendo la costumbre maya de la quema de los bosques para sembrar, hasta agotar la tierra.

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